Hay mil anécdotas en la vida de un probador de autos… Y hoy os contaré una que me causó una gran satisfacción. Fue en el estreno del Porsche Cayman S en la bella Toscana italiana. Un día de esos que te sientes realmente inspirado. Junto con el responsable de Relaciones Publicas de la marca, el francés muy mexicanizado Julien Busson, me senté al volante de un Cayman amarillo. Y en la quinta o sexta curva de una carretera de segundo orden pero con un pavimento excelente, el auto completamente de lado y con la trompa mirando a la salida.

Un colega que iba detrás vio la situación y me dijo después “estás loco”. Pues no tanto. Ese auto me provocó la inspiración antes mencionada. Al rato y después de haber constatado que manejaba uno de los coches más eficientes en carretera que había probado en mi vida, me tomé un respiro. Quince minutos para seguir posteriormente atacando aquellas curvas enlazadas. Al fondo de una larga recta adiviné otro Cayman, gris en este caso. Me fui a por el, con la misma ansia que un león hambriento corre tras su cebra. Le iba recortando metro a metro y al final me puse a su cola. No supe en ese momento quien manejaba, pero en la cena posterior se me acercó Walter Rohl, Campeón del Mundo de Rallyes en 1980 y 1982, y actual probador de Porsche, y me dijo: “Me han dicho que eras tú el que manejaba el Cayman amarillo que iba detrás de mi está tarde” “Aaahhhhh, sí yo iba en uno amarillo, pero tú irías tomando café”. “Pues no tanto ehhh, la verdad”.

Creo que Walter jugó aquel día un poco con mi ego, algo que quedó patente en la presentación mundial del “Nueveonce” Turbo en el sur de España un año más tarde. Jamás he ido tan rápido en un coche en una carretera abierta. Donde pensaba que debía quitar una marcha y pasar a segunda para no acudir al final de la cita, Walter elegía cuarta…..Y desde aquel día Rohl es para mi algo más que un tipo que va rápido en un auto. Es un diablo encima de un auto.