Javier Fueyo

Todavía no he me recuperado del “shock” de presenciar Machu Pichu. No creo que haya un lugar más hermoso en el mundo. No lo sé, pero no creo. Naturaleza, historia, religión, tradición, ingenio, trabajo, arquitectura… todo se junta en esta ciudad inca. Pero debo agarrar de nuevo la Tiguan y poner rumbo a Arequipa para buscar la frontera chilena. La información que tengo de la carretera no es demasiado optimista, la geografía, tampoco. Voy a estar mucha parte del día por encima de los 4,000 metros de altura. He comprado unos caramelos de coca, de hoja de coca, para ver si tienen el efecto que los locales dicen. No hay nada que perder. Al menos tienen buen sabor pero es pronto para saber si funcionan.
La primera parte del trayecto, una buena carretera, con más de diez curvas por kilómetro, me deja ver que el Tiguan es también un buen deportivo, un auto que se desempeña bien en ese terreno. Y eso que llevamos en el rack superior los dos bidones de combustible y la segunda rueda de refacción. Un peso adicional en la zona alta que no le beneficia en nada a la hora de realizar una conducción sport.
En medio del camino entre Cuzco y Arequipa, dos excelentes ciudades, con centros históricos de gran belleza, está Juliaca. No me atrevo ni a llamarlo ciudad. Desde que visite la parte más pobre de Dakar (Senegal), no había visto nada igual. Basura, desorden, caos, pobreza… Todo al lado del lago Titicaca, el navegable más alto del mundo. Y por supuesto, pasó: Policía, alto, no respetaron el cruce… Le digo que sí, él que no. ¡300 dólares de multa! No puede ser, con ese dinero se va a comprar una casa en esta ¿ciudad?. ¿Se podrá “arreglar”?. “Pues claro”, me dice el poli. “Carajo, con un poco de cariño. Estamos en estos días que hay que llevar un panetón a casa”, me grita. Cariño, aquí en esta zona de Perú, son tres dólares. El problema principal es que cualquier pago, incluido el de la multa legal, aquí se puede considerar una mordida. El problema es la ausencia total de justicia… el paraíso de la sinrazón.
Bien, Perú es el país que posee el 80% de los microclimas del mundo. Me lo voy creyendo, porque el día de hoy he estados dos veces por debajo de cinco grados y muchas más a 30 grados. He pasado por el desierto, la tundra, la pampa y la selva. Un espectáculo, incluida la nieve a los lados de la carretera.
El T One, empiezo a llamar así al Tiguan porque me parece que hace buen honor a ese nombre: Turbo One, anda como un tiro incluso en la altura. Y me estoy empezando a enamorar de un auto que resulta cómodo, rápido y aporta ciertas dosis de deportividad. Ahora bien, el consumo es un poco alto, de media está gastando 7.5 km/litro, aunque el rack superior mata la aerodinámica y eso lo castiga con aproximadamente un 20% de incremento de combustible.