Javier Fueyo

Audi está aprovechando al máximo la plataforma del A5 (y A4), pues a muy poco tiempo de que saliera el Coupé, ya están rodando el Cabriolet y el Sportback. Era de esperarse, recordemos que el A5 significó el regreso de la marca al mercado de los coupés medianos, nicho en el que no tenía producto desde 1996, cuando se descontinuó el coupé del Audi 80.

DISEÑO DEL AUDI A5 SPORTBACK

Viéndolo de frente no llama la atención en la calle, salvo por sus LEDs que intimidan incluso con el sol a pleno. Lo distinto surge cuando empiezas a verlo de costado, porque te das cuenta que tiene dos puertas más y genera duda de qué modelo se trata exactamente. Finalmente el enamoramiento se da cuando llegas a la parte trasera, pues esa línea que cae del techo dando paso suavemente a la cajuela, y que da una sensación visual de ser un término medio entre coupé y hatchbak, es única. El blanco no le sienta mal, pero verlo en negro o rojo, vaya que hace voltear a todo el mundo.

INTERIOR DEL AUDI A5 SPORTBACK

Por dentro es idéntico al A5 Coupé, el ambiente de la cabina ofrece de primera intención mucha calidad. El diseño del tablero y las combinaciones tanto de materiales como de colores son ligeramente conservadores. También usa el mismo MMI (ojo, es el básico, con pantalla monocromática que sólo controla el estéreo, AC y el GPS, que para México no lo incorpora). La versatilidad empieza en la banca trasera. El acceso a esta, pese a lo que sugeriría la apariencia del auto debido a su bajo perfil y las cortas puertas, es bastante fácil. Los pies no se atoran al entrar ni salir y, una vez sentados, el espacio es bueno para personas de 1.80 m; más altas no irán tan cómodas. La cabeza no roza con la caída del techo (resultan suficientes esos 3.3 cm extra que ofrece de espacio para la cabeza con respecto al coupé) y las rodillas no van tan pegadas a los respaldos delanteros. Eso sí, sólo pueden ir un par de pasajeros porque el piso no es plano y está dividido por el túnel de la transmisión.

MANEJO DEL A5 SPORTBACK

Se ve y es deportivo, aunque su manejo tiene pros y contras sobre todo esta versión 2.0T. Sí, en general ofrece una conducción ágil sobre todo para sus más de 4.7 metros de longitud (8.6 cm más que el Coupé) y 1,700 kilos de peso (en báscula). La tracción Quattro pasa la factura. Hay un problemilla, el de siempre, esos turbos y su lag o retraso… Si bien éste se termina pronto, acelerando a fondo desde cero tarda una fracción de segundo en arrancar, nada excesivo. Luego, cuando se circula en tránsito pesado y se dan esos espacios entre coche y coche, que ni son lo necesariamente largos para que entre de lleno el turbo, ni lo suficientemente cortos para que no se accione, la respuesta a cada momento de la sobrealimentación resulta incómoda.

Pero eso es culpa del caos de la ciudad; la versión con motor V6 3.2 tiene que ser más amigable en este aspecto. Una vez en campo abierto, las 258 libras-pie patean bastante fuerte y el auto se mueve literalmente sobre rieles. Destaca el gran agarre y aplomo que tiene en las vueltas, incluso con piso mojado.

Es riquísimo doblar en las esquinas y llevarlo rápido en caminos con curvas, pues el rolling es casi inexistente. No hay mareos, aunque vayas atrás con los ojos cerrados y recién comido. La dirección es muy rápida, no importa que se maneje duro en una zona de baches, todos y cada uno de ellos podrán librarse sin problemas ya que, milímetro que se mueve el volante, milímetro que reacciona todo el coche. Su precisión es absoluta. La transmisión es la S Tronic de siete velocidades, una maravilla, pero se protege mucho, no se puede forzar demasiado cuando se quiere acelerar a fondo, o frenar bruscamente con motor. Aún así es bastante manipulable.

En definitiva, el A5 Sportback sí ofrece lo que vende su imagen: lujo, deportividad y moda. Quizá, en breve, lo veremos por nuestras carreteras.