-Cuando bajen ese sigue usted –me dice un oficial de narcos.
-Que le están haciendo a ese –pregunto.
-Bajamos el tanque de gasolina.
-¿Al mío le harán lo mismo? -pregunto temiendo la respuesta.
-Por supuesto. A todos.

El trabajo dura unas tres horas, pero además, el solo pensar que me desarmen la iguana atigrada me pone de muy mal humor. Debo contar hasta 50.000 mil, y calmarme. Piensa. Piensa. Debe haber una fórmula para que me dejen pasar sin dejarme el carro como rompecabezas.
Bajo un calor y humedad que parten las rocas, camino unos 200 metros y regreso donde el oficial inspector de tráfico fronterizo.

-Terminó ya con Narcóticos –pregunta amablemente.
-No –hago una pausa. -Permítame que le explique –le digo con una sonrisa.
Hablamos. Le cuento. Le explico. Le manifiesto. Le comento. Le propongo. Le agradezco.
Debo reconocer que muchas cosas han cambiado en Nicaragua, y una de ellas muy importante es la frontera.
Seguimos viaje. Narcóticos sabe que no llevamos nada mas que la pasión de tratar de llegar a la Patagonia, y regresar.

HOLA COSTA RICA
Mermados por la pérdida de documentos, con grandes inundaciones y deslaves que arrasaron caminos y puentes, con el feriado en Panamá del lunes 1, y el barco zarpando el 3, seguimos a todo ritmo, ahora atravesando el país más caro de Centroamérica, y el mas americanizado.

En su 4to y último viaje al Nuevo Mundo en 1502, Cristóbal Colón fue forzado por un Huracán a tirar anclas en las costas del que hoy es llamado país de Disney. Adentrándose en la selva, cuando regresó a su carabela contó que había visto más oro en dos días que en cinco años en España. Al regresar a Europa pidió que se le concediera el título de gobernador de las “costas muy ricas”. La Reina Isabel, (patrocinador oficial de todos sus aventuras) moría en su cama, y el Rey Ferdinando, que no quería a Colón, le dio el título a otro navegante. Colón nunca regresó a las “costas ricas”, y murió de tristeza, enfermedad y complots políticos en su contra, en 1506.
La realidad era que las “costas ricas” no lo eran de verdad, y en cambio era una región pestilente, surcada por pantanos, temibles volcanes, con una selva húmeda y opresora, y cuyos indígenas eran lo suficientemente agresivos como para espantar al mas osado conquistador español. De echo, esta fue bautizada como la región mas miserable y pobre de todas las Américas. Quinientos años después, la misma densa jungla que los conquistadores maldijeron, se ha transformado en la mayor atracción ecoturística de Centroamérica. Costa Rica exporta café y bananas, e importa turismo.

Veamos que ha hecho esta pequeña nación: la educación es gratuita. No tiene ejército, ya que se declaró país de paz y disolvió su armada. Y, posee la mejor infraestructura, Pero ¿es verdaderamente Costa Rica la Suiza de Centroamérica? No. La invasión de turismo ha ensuciado la selva, las montañas, los valles y poblados. Las cadenas americanas infestan el aire: Burger King, McDonald’s, Pizza Hut, Dunking Donuts, Subway, Starbooks, Blokbuster movies… pide un Yanqui y ahí lo tienes. La comida rápida reemplazó a la cultura culinaria local, y a mi humilde criterio, el efecto hamburguesa está matando las tradiciones de las “costas ricas”.

Amigo lector, fiel a mi actitud de hablarte a ti directamente (algo que otros me critican) te pido que si viajas por estas tierras por favor no comas en las cadenas americanas. Ayuda al comerciante local. Gracias.

La Ruta Panamericana en este país es supuestamente la mejor, pero está siendo bombardeada por torrentes de agua, sobre todo en la montañas hacia la capital, San José, y hacia Cartago. Hay excesiva neblina. Deduzco que atravesar el tristemente célebre Cerro de la Muerte, será doblemente peligroso. La posibilidad que nos queda es desviarnos en Barranca hacia el Golfo de Nicoya, en la costa del Pacífico, en lugar de seguir por la Panamericana. La verdad es que es ruta es poco conocida. Además, no está terminada, así que hay un tramo donde se corta. Aun así, pienso que será la mejor elección.

DESCUBRIENDO NUEVOS TERRITORIOS
El camino es secundario. Bordea el Océano Pacífico, y no está mal. Además, las lluvias torrenciales me quedan al oriente, y yo solo recibo los bordes de la tormenta. Atravesamos el Parque Nacional Carara, la Punta Conejo, los Esterillos del Oeste, las playas de Palo Seco, y llegamos a Quepos. Aquí se terminó el asfalto. Sin embargo, averiguamos que se puede seguir, despacio, por la tierra. Entre el Parque Nacional Manuel Antonio, el Refugio Transilvania y el Refugio Barú del Pacífico, la senda transcurre entre una espesa maleza, agujeros tipo cráteres lunares, puentes improvisados, y ríos que bajan de las montañas arrastrando todo hacia el mar. Vamos preguntando aquí y allá, y la gente amable nos va guiando. Lo malo es que las noticias que llegan desde Panamá son desesperanzadoras. Parece que el país está en caos. Ya veremos. Por ahora no son pocos los sustos. El camino tiene porciones de mal a peores, y la lluvia no nos ayuda. Al contrario.

-¡Ahí está la Panamericana! –señala Mónica delante.
Tiene razón. La hemos encontrado nuevamente, y literalmente nos subimos en ella. Nuestro pasaje conector sirvió, y el TIGUAN se aguantó los mil cráteres.

Son ahora las 20:00hs. Paramos en Neily. Hemos cruzado hoy Costa Rica de punta a punta. Mañana será otro día y nos toca frontera. Ya hemos utilizado Pesos Mexicanos, Quetzales, Lempiras, Córdobas, Colones, y mañana utilizaremos Balboas, que son en realidad Dólares americanos.

Estamos a domingo 30 de noviembre. Mañana es feriado en Panamá, pero como sea, ya me veo subiendo el “Tigre” al barco.