Auto biografía: el salón del fin del mundo

En picada el Salón Internacional del Automóvil en Buenos Aires.

24/06/2015

F M

Argentina es un país inexplicable. Nadie puede analizarlo seriamente sin soltar una carcajada, una lágrima o ambas. Por supuesto que la industria automotriz es rehén de esa bipolaridad patria.

 

La semana pasada se inauguró el séptimo Salón Internacional del Automóvil en Buenos Aires. Organizado por el mismo grupo que lleva adelante el salón de París, en 1998 con una industria pujante y en franca expansión se llevó adelante la primera edición. Stands ostentosos, grandes presentaciones, regalos para la prensa al límite del soborno. Un lujo. La idea era hacerlo cada dos años (al más puro estilo París) y que las presentaciones regionales se fueran turnando con el tradicional Salón de San Pablo en Brasil. Pero los pobres franceses no contaban con los vaivenes argentinos. El del 2000 también fue un éxito pero en el 2001 sobrevino la debacle que hizo que la tercera edición se hiciera esperar hasta el 2005. Parecía que todo se encarrilaba con la del 2007 pero hubo que esperar hasta el 2011 para ver la quinta. Dos años después llega esta edición y vaya a saber usted cuándo tendremos la octava porque como se está viendo la política y la economía en el país, el horno no está para bollos.

 

La economía argentina precisará de miles de páginas y litros de tinta para explicarla en cada una de sus fases. Todos mienten un poco y todos dicen la verdad a medias. Pero lo único cierto es que la industria es rehén de las próximas elecciones y en el medio apareció el salón. Las ventas a los concesionarios en el interanual bajaron un 15 por ciento. En un país normal esto sería una catástrofe, pero en Argentina es apenas uno de los tantos altibajos. En ese marco, muchas armadoras pensaron en darle la espalda al salón pero los compromisos asumidos lo impidieron. Así se armó una muestra como para salir del paso. Los importadores (que no pueden importar autos a menos que compensen con exportaciones) fueron los grandes ausentes. Así, un salón sin BMW, Porsche o Citroën (por citar los más notorios) pierde mucha gracia. Para los fanáticos de los autos hubo un par de presentaciones regionales. La Renault Duster pick-up (Oroch, se llama), el nuevo Renault Sandero (conocido desde hace bastante tiempo en Brasil) y poco más.

 

Pero, ¿qué es lo que está pasando en realidad? Argentina tiene limitada la salida de dólares al exterior, fundamentales para que las armadoras importen vehículos y partes. Ergo, la oferta se limita. Para colmo, la caída de Brasil no ayuda a las exportaciones que, como si fuera poco, se liquidan a dólar oficial, con una brecha del 40 por ciento con el paralelo (que según los expertos también está atrasado). Como muestra un botón: en el stand de Ferrari se exhibía muy orondo el modelo 430 (que ya ni se fabrica en Italia) con la Verificación Técnica Vehicular obligatoria en la Argentina para circular por las calle porque las trabas a la importación impidieron que llegaran el F12 y el 458 Spider.

 

Sin embargo, en el país de las maravillas todo sigue su curso. Mientras la presidenta dice sin ponerse colorada que en Alemania hay más pobres que en Argentina la industria sigue agazapada a la espera del cambio de gobierno.

 

¿Qué pasará? Nadie lo sabe. Argentina seguramente sorprenderá de nuevo.

 

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