La octava generación del Volkswagen Golf GTI se actualiza ofreciéndonos más potencia, numerosos cambios en el exterior e interior que refrescan el aspecto de esta generación y rectificando ciertos aspectos que los usuarios venían pidiendo desde que llegaron los controles táctiles.
El motor sigue siendo el 2.0 litros turbo de 4 cilindros que tanto puede ofrecernos, esta vez con 261 caballos de potencia de serie con respecto a los 245 caballos que tenía la versión anterior. La mala noticia (para algunos) es que desaparece la caja manual de 6 velocidades, dejándonos como única opción la automática DSG7.
El exterior, a primera vista casi idéntico a la version pre-facelift, se moderniza con unas llantas de nuevo diseño, nuevos colores exteriores y, quizá lo más llamativo, el logo frontal de Volkswagen iluminado, opcionalmente (éste último, además, ya no incorpora el radar del control de crucero adaptativo en él, sino que se integra en el parachoques).
En cuanto al interior, hemos de reconocer que cuando se rectifica y se vuelven a hacer las cosas bien, hay que reconocerlo. Y es que el volante vuelve a incorporar botones físicos en lugar de aquellos táctiles que tan poco gustaron a muchos usuarios de la marca germana. Esto es especialmente cómodo cuando se conduce en circunstancias donde no podemos permitirnos la más mínima distracción. Además, el sistema de infoentretenimiento se actualiza con una gran pantalla de 12,9 pulgadas que queda a una altura ideal para no desviar mucho los ojos de la carretera.
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