Pontiac Solstice GXP: prueba de manejo

Pese a la anunciada extinción, Pontiac sigue aferrándose a la vida con modelos tan interesantes como este ...
19/08/2009

Javier Fueyo

Dueño de un magnetismo estético inconfundible, que lo ha convertido sin lugar a dudas en el icono de la marca, el Pontiac Solstice GXP Coupé presume una nueva silueta con techo rígido.

Fabricado sobre la renovada plataforma Kappa, este biplaza de chasis tubular y tracción trasera conserva la potencia, desempeño y exclusividad acostumbrada del modelo con toldo de lona, pero con la ventaja estética y estructural que aporta su nuevo techo de una pieza removible.

Bajo el sol
En apariencia, el diseño mantiene el mismo espíritu orgánico apreciable desde su lanzamiento en el NAIAS 2004, pero con un estilizado toldo que a pesar de aportar una mayor rigidez estructural, se convierte en un "problema" que nos coloca en la encrucijada entre comprar una casa con un garage más grande en donde tengamos lugar para guardar el toldo, o en definitiva olvidar de divertirnos manejando libremente bajo el sol.

Como es de esperarse, el interior nos ofrece un reducido espacio para dos pasajeros, con asientos de piel con costuras rojas y bordados GXP en los respaldos, así como un nivel de equipamiento básico especialmente diseñado para restar el peso innecesario a todo el conjunto. El equipo se limita a ofrecer aire acondicionado, sistema de sonido, computadora de viaje y algún “microportaobjetos”.

Mecánicamente reconocemos un corazón turboalimentado Ecotec equipado con inyección directa que muestra una configuración de cuatro cilindros y 2.0 litros de desplazamiento, permitiéndole acelerar de 0 a 62 mph en 5.2 seg. gracias a la excelente respuesta de la caja que, aunque automática, exprime al máximo esos 260 HP, dando como resultado uno de los deportivos compactos con mejor aceleración en nuestro mercado. No es de extrañar, por otra parte, este dos litros fue el primer motor fabricado por una compañía americana que incorporó inyección directa, y también, se convirtió, en el motor más "apretado" de la historia de GM con una relación de 2.1 HP por pulgada cúbica.

La hora de la verdad
A pesar de lo reducido del habitáculo, la ergonomía del Pontiac Solstice GXP nos permite encontrar la posición de manejo rápidamente y prepararnos para una experiencia de manejo divertida y excitante. Justo después de haber encendido el auto, el ronroneo del motor nos recuerda el tipo de auto en el que nos encontramos con una buena respuesta en donde prácticamente no existe retardo por parte del turbo.

A velocidades altas el vehículo muestra un eje trasero algo nervioso tendiendo al sobreviraje, por lo cual se agradece la intervención del control de estabilidad (StabiliTrak) de serie también en la versión descapotable. Al frenar el auto cambia su comportamiento evidenciando un poco de subviraje (debido a la posición del motor) necesitando de 41 metros de asfalto para detenerse por completo.

Aunque el comportamiento del auto no sea el más refinado del segmento, lo cierto es que su atractiva silueta roadster y merecida reputación han hecho de este modelo uno de los coches de GM más emblemáticos de los últimos años. Ahora que Pontiac diga adiós, habrá que cruzar los dedos para que el Solstice cambie de apellido pero siga en pie de lucha.

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