Última etapa de Mónica Pino y Emilio Scotto

Etapa 55. Sincelejo, Cartagena – cruce a Panamá. Sábado 31 de enero, 6:30 horas. Dejamos Sincelejo rumbo ...
18/02/2009

Javier Fueyo

¡PUM!! ¡Trac, trac, trac…!!

Nuestra misión probando el Tiguan está finalizando. He manejado junto a Mónica por más de 16,000 kilómetros a través de 11 países. Pasamos 22 fronteras, salares, desiertos, montañas, pueblos, ciudades. Faltan sólo 30 kilómetros para llegar a Cartagena y entregar el Tiguan al próximo dúo de probadores.

Un perro, flaco, grande, sale de alguna parte y cruza justo delante nuestro. A 100 km/h el chucho me mira a los ojos, directamente. Es lo último que ve en este mundo.
¡PUM! El golpe es seco, mortal. ¡Trac, trac, trac…!

Su cuerpo recorre el Tiguan rebotando contra el chasis y el pavimento. Veo en el retrovisor que pega unos giros y se detiene. Sólo una masa de carne muerta. Ya está en otro lugar del cosmos.       

Revisando daños comprobamos que, el Tiguan es, además, duro. Apenas si se rajó la parrilla baja.

10:30 horas. Entramos a Cartagena. Según el último e-mail de nuestra gestora el lunes meteremos el Tiguan al contenedor, y el martes se va. Hoy me toca pagar.
No tenemos un minuto para perder ni para disfrutar de la llegada. Vamos a la Sociedad Portuaria y entramos a las oficinas de Mirleth, la licenciada que contratamos hace un mes para tramitar la reexportación. El barco sale el martes 3 de febrero. El Tiguan entrará a la División Antinarcóticos el lunes 2. Tenemos tiempo para poner en orden los últimos detalles.   

-Señor Emilio, lo siento pero la naviera canceló el envío de varios contenedores por falta de espacio.
-Nooooo!! ¡¿Cómo que canceló?!

-Hay demasiado tráfico y Seabord tiene solo un barco por semana a Panamá, así que retrasaron los envíos de varios clientes para la próxima semana, incluidos los míos.  
-Mirleth, voy a matarte.
-No es mi culpa. La naviera controla su movimiento de carga. Esto suele pasar.

-Hablemos con ellos. Paguemos más. ¡Vamos al puerto!
-Señor Emilio, esto es Colombia. Las cosas no son tan simples.

Vamos al puerto, pero pierdo la reclamación. Para la Seabord no somos especiales. Tienen carga perecedera mas importante que mandar. No tenemos barco hasta el 10. Mala situación.  

Regresamos a las oficinas de Mirleth a buscar algún barco que zarpe antes. Hay uno el 6, de la naviera Gerleinco. Es una compañía desconfiada y algo complicada, pero tienen un barco, el “Wellington Express”.
 
LA VERDAD SOBRE EL CRUCE ENTRE PANAMA Y COLOMBIA
Este trayecto se ha convertido en el problema más complejo y caro a resolver en un viaje por el continente americano. No hay un sistema establecido para cruzar vehículos de turistas en tránsito. Y es un pingüe negocio para mucha gente local, sobre todo en Colombia. Un intrincado laberinto burocrático, innecesario y ridículo. Los trámites en Panamá son un poco menos traumáticos, pero en Colombia son un parto. Incluyen llenar mil formularios y conseguir sellos y firmas de agentes marítimos, escribanos, licenciados, manipulantes de contenedores, manipulantes de amarras, directores departamentales, la DEA, la DIAN, el INTTRA, la Policía Antinarcóticos, la Sociedad Portuaria Regional, la Sociedad de Intermediación Aduanera, las Oficinas de Facturación de Servicios de Facturación, la División de Servicio al Comercio Exterior, la División Importación-Exportaciones, la AR-Sociedad de Intermediación Aduanera, el operador portuario Muelle El Bosque, Bancolombia…y otros. Un trasplante de corazón es una operación menos complicada.  

Colombia se ha convertido en una nación extremista de la burocracia. Su aparato es un verdadero rodillo que aplasta a las personas cada vez que se toma alguna iniciativa. Los funcionarios tienen que sancionar, notificar, registrar, sellar, contrafirmar, modificar, archivar y clasificar. Prácticamente cada movimiento de una persona queda consignado en tinta y papel. Las habitaciones están inundadas de papeles y carpetas del piso al techo. Es desesperante. La enorme cantidad de documentos que hay que llenar, revisar, aprobar, fotocopiar, autenticar, sellar, firmar, sextuplicar, donde además hay que estampar las huellas digitales, provocan una frustración que, en mi caso, sólo he vivido en África. Como si esta burocracia no fuese suficiente, nada está nunca en un mismo edificio, o distrito; en cambio las oficinas están diseminadas por todas partes, en distintos barrios, con distintos horarios.

Allá por los noventa hubo en ferry entre Colón y Cartagena, pero Estados Unidos consiguió que lo retiraran. Y también que este cruce sea un calvario. Washington es el opositor número uno a la Ruta Panamericana. Alegan que manteniendo al continente dividido, reducen el tráfico de droga hacia su país. Nada mas cínico.

Se podría decir que yo soy un “resolvedor de problemas”. Mis dos viajes alrededor del mundo en moto, que duraron más de 10 años a través de 279 países y 735,000 kilómetros, no solo me llevaron al libro Guinness de los Récords; me enseñaron a sobrevivir y saber lidiar, por ejemplo, con la pesadilla de todo viajero: las fronteras. Mi curriculum es haber atravesado, entre entradas y salidas, más de 560 fronteras de los 5 continentes. Por eso me atrevo a decir que el cruce entre Colombia y Panamá, es una vergüenza latinoamericana. Un atentado al sentido común. Sobre todo de Colombia. Llamo a la reflexión de estos dos países y pido que sea instaurado un ferry, o al menos un sistema simplificado y único para el tramite de cruce.

Miércoles 4 de febrero. Los contenedores que no están directamente en los muelles son apilados en distintos galpones pertenecientes a la Sociedad Portuaria. Dentro del puerto nos cobran 450 dólares extras por llenarlo. Hay otra solución, ridícula pero eficaz. Nos dirigimos a la Avenida Martín Silvestre, en colonia Los Caracoles. Llega un viejo camión con nuestro contenedor. No tiene forma de bajar el contenedor, y nosotros no podemos acelerar y saltar con el Tiguan 3 metros en el aire, pero estamos frente a una maderera que tiene rampas de hierro para subir vehículos. Colocadas contra el camión subimos el Tiguan. Varios empleados lo amarran (trincan), clavan maderas encajonando las ruedas y lo cierran. El camión se va al puerto. Falta la inspección de la División Narcóticos, pero eso será mañana.

Jueves 5, a las 6:30 horas. Puerto El Bosque. Llega la Policía Antinarcóticos. Abrimos el contenedor. Podrían subir unos perros para que olfateen y ya. Pero estamos en Colombia. “Aquí las cosas nos son tan simples”, había dicho Mirleth. Ordenan que el Tiguan sea destrincado y sacado del contenedor. No podemos tocarlo. Está bajo su jurisdicción. Al final de la mañana sólo encuentran el manual del Volkswagen.
Otra vez dentro. Otra vez a amarrarlo.

Viernes 6. hay una tormenta en el mar. No ha llovido pero medio Cartagena está inundada. El viento es colosal. Nos informan que habrá retrasos. El barco tendría que haber entrado a puerto a las 3:00 de la madrugada y zarpado a la 15:00 horas; pero no entrará hasta las 15:00, y no zarpará hasta el día siguiente. Ya llevamos mucho retraso. En Panamá, Gilberto Samperio y Santiago Calcagno están esperando desde el 2 de febrero. Y para ellos, tampoco será soplar y hacer botellas retirar el Tiguan cuando les llegue. Contando sábados y domingos que no se trabaja, esta operación nos costará 9 días de retraso. Más 6 que nos costó el envío hace un mes en el sentido contrario, son 15 días perdidos en el cruce de un barco que en realidad, tarda menos de un día de navegación.   

Viernes 7. Zarpó el Tiguan, zarpó el Tiguan, zarpó para Manzanillo. Con ritmo de salsa cantamos la partida del Wellington Express. Adiós amigo de 4 ruedas que nos llevaste al fin del mundo, y nos trajiste de regreso.

Tomamos nuestro avión hacia Miami, vía Bogotá. Despachamos el equipaje y nos quedamos con el de mano, nuestra laptop y la cámara de fotos. Ya en Bogotá entramos al Aeropuerto Internacional. Chequeamos y pasamos migración. Ahora Aduana. Nos abren y revisan todo. Seguimos caminando. Ahora nos toca el DAS, un cuerpo que controla la vida de todos los ciudadanos. Vigilan, fiscalizan, deciden y supongo que, hasta castigan, ya que poseen mucho poder. El DAS nos revisa todo, minuciosamente. Seguimos.

¿Listo? No. Nos toca pasar por las máquinas de rayos. Sacamos todo y lo desparramamos en bandejas. Pasamos. ¿Listo? No. Es el turno del Equipo de Seguridad. Supongo que es porque no confían ni en la Aduana, ni en el DAS, ni en sus máquinas. ¿Listo entonces? No. Llegamos a donde dos largas filas, que apenas si se mueven. Hombres por aquí, mujeres por allá. POLICIA. Abrir y sacar todo el equipaje. “Pero oficial, nos han revisado ya 4 organismos distintos en los últimos 150 metros”. “Esta es la policía, saque todo”. Supongo que no confían en ni en la Aduana, ni en el DAS, ni en las máquinas ni en seguridad. Si siguen así nos pedirán que nos saquemos la piel. Mientras tanto la droga, y otras cosas, pasan por otros rincones del país. Llegamos a la puerta de embarque. ¿Listo ahora? No. La aerolínea tiene obligación de revisar nuestro equipaje de mano. Lo hacen. ¿Listo? No. Mónica no puede abordar. Hay un pedido de la milicia, para hacerle una radiografía de tórax. Protesto, pero el trato que recibo es amenazante. Si no aceptamos nos quedamos como sospechosos. Mónica es llevada a un lugar de rayos. Tiene todas las costillas en su lugar.

Colombia es un país exótico y exuberante, de gente amable y alegre. Pero, la gasolina es la más cara desde Alaska hasta la Patagonia. Los peajes son cientos, caros, en carreteras en malas condiciones. Vastos sembradíos están siendo envenenados por la indiscriminada fumigación, obedeciendo a estados Unidos, con el dudoso fin de eliminar plantas de coca. Y, la burocracia es imposible de digerir.

Volamos hacia Miami.

DATOS CURIOSOS
Al terminar el Tiguan habrá completado 40,000 kilómetros en 81 días. Si descontamos los 15 que estuvo parado en puertos y navegando, fueron 66 días sobre la carretera, a razón de más de 600 kilómetros diarios por todo tipo de caminos y territorios, a través de 12 países (recorridos de ida y vuelta).
42 fronteras entre entradas y salidas.
Ninguna  rotura.
Un perro atropellado.
Un neumático reventado con una botella.
Un botón en el parabrisas por una piedra.
El fusible del marcador de gasolina quemado.
Un cambio de pastillas de freno, delanteras.
Dos cambios de aceite.
Un cambio de filtro de aceite.
Un cambio de filtro de aire.  
Un asalto.
Una multa de tráfico, injustificada.     
6,000 fotografías tomadas.
8 pilotos.

IMPRESIÓN FINAL – Volkswagen TIGUAN
Lo que me gustó:

El diseño exterior
El diseño interior
Lo hábil que su conducción
Muy cómodo
Muy divertido
La potencia del motor sorprende
Buena aceleración
Buen frenado
Muy ágil
Duro de destruir

Lo que me gustaría:

Un poco mas de radio de giro
Mas fácil la carga de CD’s

Definitivamente daría la vuelta al mundo en un Tiguan. Es una máquina sin conflictos.

PIRELLI Scorpion ATR.
Fueron un colchón muy bien elegido sobre el cual devorar kilómetros. Absorben muy bien las malas condiciones de la ruta. Aguantaron mal trato. Muy buen agarre en las curvas de montaña. En mi moto son las que me han dado mejor resultado. En este viaje, igual. Frase: menos mal que calzamos estos neumáticos.

GPS MIO. No soy fanático de los GPS, pero este llamó mi atención. Muy interesante configuración y manejo. Muy claro y preciso. Me ganó en alguna decisión sobre por donde ir. Nunca he tenido GPS porque no los necesito. Yo sé por donde ir. Pero si me decido a tener uno, sería un MIO C520.    

Agradecimientos:
A los gobiernos de Centroamérica y Sudamérica
A Gustavo y Luchy (Cartagena)
A Ingrid (Colombia)
A Patricia Borda y César Heredia (Cartagena)
A Mirleth Hernández y César Rosas (Conavenca, Cartagena)
A Ramón Peñaranda (Hotel Playa, Cartagena)
A Javier Barranco, Javier Fueyo, Odette Jiménez, Juan Bonet y José Carlos de Mier. A todo el equipo de AUTOMÓVIL Panamericano

Gracias amigos por habernos acompañado. La aventura sigue. No se pierdan las últimas etapas y llegada final a México con nuestros compañeros, Gilberto Samperio y Santiago Calcagno.

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