El Alto de La Línea se encuentra en plena la Cordillera Central, uno de los tres sistemas montañosos en que se subdividen Los Andes a su paso por Colombia. Los otros dos reciben el nombre de Cordillera Oriental y Occidental. El Valle del Magdalena está circundado por las Cordilleras Central y Oriental y el del Cauca, entre la Central y la Occidental.

Antes de partir de Bogotá preguntamos a varias personas cuanto se tardaba en llegar a Cali. 5 horas decían unos, 7 decían otros. “Hay que subir el Alto de La Línea”, nos recalcaban, y “eso es una lotería”. ¿Y de Cali a Pasto? “Entre 6 y 8 horas”.

El primer tramo de la jornada lo pasamos a una velocidad relativamente constante,. Llegamos a Gualanday tras recorrer 200 km. Es ahí donde la carretera comienza a empinarse hasta los 3,200 metros de altitud. Subimos, sin muchos esfuerzos, durante 75 km. hasta alcanzar Cajamarca, donde propiamente comienza el Alto de La Línea.

¿El túnel más alto del mundo?
Llegados a Cajamarca. Nos detuvimos a estirar las piernas y ahí tuvimos el habitual diálogo con alguno de los habitantes del pueblo.

Tengo un amigo que sostiene que, cuando uno viaja y entabla conversación con los locales, siempre se tiene una sensación de deja vú. Según él hay siete preguntas que inevitablemente te harán: “¿De dónde vienes? ¿Adónde vas? ¿Cuántos días llevas? ¿Cuánto te vas a quedar? ¿Te gusta mi país?, ¿De dónde eres? y ¿qué te parecen nuestras mujeres?” En Colombia, no. En Colombia, la conversación puede ir por derroteros muy diferentes. En Cajamarca, hablamos con tres locales de los GPSs, de un cantante mexicano que le había regalado un disco de platino a la loca del pueblo, de la riqueza agrícola de los departamentos de Tolima y Quindío (el granero de Colombia, como se refirieron a estos dos regiones) y, finalmente, procedieron a enumerarnos laos “highlights de la zona. “Tenemos el tercer o cuarto puente más alto de Colombia, el segundo volcán más peligroso del mundo, el cerro Machín y, en 2013, tendremos el túnel a mayor altura de la Tierra”. Después de 45 minutos platicando, decidimos continuar nuestra marcha, no sin antes ser advertidos: “ha habido dos trancones [choques], pero parece que el tráfico se ha restablecido”.

Tres kilómetros más tarde comprobamos que no era cierto. Una legión de tractomulas, varios autobuses y unos cuantos automóviles esperaban pacientemente a que la carretera se volviera a abrir. 2 horas tardamos en movernos. El día se había desaprovechado. Quedaban todavía 25 km. de subida y otros tantos de bajada, entre camiones de varias toneladas y conductores nerviosos por llegar a su destino. Llegar a Cali era una vaga ilusión y Pasto ni siquiera entraba en nuestros planes.

Revuelta tras revuelta, a paso de tortuga fuimos consumiendo metros. Y entonces allí apareció el que, según los habitantes de Cajamarca, será el túnel más alto del mundo, información refutada por el túnel de Cahuish, en Perú, el cual se encuentra a 4,000 metros sobre el nivel del mar. Los trabajos de excavación ni siquiera han comenzado y un cerco semicircular en la montaña es la única pista que advierte de que por allí abrirán un túnel. Por lo pronto, durante los próximos cinco años, el Alto de La Línea, continuará siendo un embudo para las comunicaciones terrestres en Colombia.

Armenia, la “ciudad milagro”
El puerto de La Línea se termina en Armenia, bautizada Ciudad Milagro por el poeta y ex presidente colombiano Guillermo León Valencia. En principio, fue llamada así, por su extraordinario desarrollo en un corto espacio de tiempo. Con el terremoto de 1999, que dejó a la ciudad casi completamente destruida, el apelativo cobró su máxima expresión.

Una vez pasada Armenia, puerta de entrada al Eje Cafetero, entroncamos con la Panamericana Colombiana. Por fin, una carretera ancha, plana y con varios carriles. Se acabaron las medias de 40 km/h. Es el momento de correr para llegar a Lima a tiempo.

Buga, la ciudad del peregrino
La noche ya está encima, la proximidad al Ecuador, no nos concede una ventaja clara en cuanto a luz. En Cartagena oscurecía a las 17:45; 800 kilómetros más al sur, a las 18:15. Llegar a Cali de noche no nos convence y decidimos hacer noche en Buga. Mañana madrugaremos para cruzar la frontera con Ecuador.

Famosa gracias a la basílica del Señor de los Milagros, Buga ha consagrado su actividad diaria al cuidado del peregrino que, desde todos los rincones de Colombia se acerca para rendir culto a un Cristo de madera con poderes curativos.

La tradición del Señor de los Milagros se remonta a 1550, en plena conquista española. Una pobre india ahorraba para comprarse un crucifijo. Un día, mientras lavaba en el río, vio que los soldados llevaban preso a un vecino suyo. Con los ahorros de toda una vida, pagó la libertad del hombre. Días después, encontró entre las aguas del río un pequeño Cristo de madera que colocó en un altar. Pasado el tiempo, la figura divina comenzó a crecer de tamaño hasta alcanzar el de un niño de diez años. Ante la veneración que comenzaron a profesarle, el obispo trató de quemar la imagen de madera. Sin embargo, en el momento de incendiarlo, el Cristo empezó a sudar. Así fue como se edificó la fama del Señor de Los Milagros.